miércoles, 25 de abril de 2012

NUEVO COMENTARIO DE TEXTO

Hola a todos, os dejo una tarea para que el puente no se os haga demasiado aburrido:
1. Comentario lingüístico del texto.
2.Análisis de la siguiente oración del texto:


Los viajes nocturnos en trenes por los que circulaba la tumultuosa vida (…) han sido sustituidos por vuelos velocísimos.

GRANDES DESPLAZAMIENTOS

Antes del boom turístico, sólo los ricos podían viajar; para comprobarlo, basta leer cualquier novela de Henry James, cuyos protagonistas cruzan el charco para tirarse meses en otro continente, explorando a sus gentes y dejándose sorprender por sus insospechadas costumbres. Desde que inventaran esa variante del transporte agropecuario designada eufemísticamente ‘vuelos low-cost’, el gozo de viajar ha quedado reservado a los pobres de solemnidad. Y es que lo que el común de las gentes entendemos actualmente por ‘viaje’ constituye, en realidad, un ‘desplazamiento’ que nos deposita como fardos en el lugar de destino, para después convertimos en zascandiles programados que se hospedan en hoteles idénticos y emplean sus horas en excursiones gregarias, regidas por un horario siempre apremiante y por la visita obligatoria a lugares que la propaganda ha desgastado hasta convertir en emblemas pestíferos del imaginario kitsch. Lo que antes distinguía el viaje era su demorada inmersión en las costumbres y en los ritos de un lugar que nos es ajeno; al suprimirse esta condición esencial, al despojar el viaje de su naturaleza exploratoria, apenas nos queda un sucedáneo o remedo de viaje, en el que los lugares ajenos se reducen a escaparates móviles que se suceden ante nuestros hastiados ojos, como láminas de un prospecto turístico.

El boom turístico asesinó la posibilidad del verdadero viaje, aboliendo tiempo y espacio, suplantándolos por una ‘reconstrucción’ de nuestro mundo habitual que imbuye al turista la creencia de que, pese al desplazamiento, sigue inmerso en un ámbito familiar. Las lentas travesías transatlánticas, los viajes nocturnos en trenes por los que circulaba la tumultuosa vida (con su cortejo de azares risueños o infaustos) han sido sustituidos por vuelos velocísimos en los que queda borrado todo apunte de improvisación, o en los que, si acaso, podemos disfrutar de un retraso ‘por razones técnicas’ que nos deja empantanados en cualquier aeropuerto con olor a tigre. El turista de nuestro tiempo, hacinado en aviones en los que apenas puede rebullirse, acata las penurias de esta nueva forma de transporte a cambio de la inmediatez en el traslado, olvidando que no existe viaje si no hay conciencia del paso del tiempo. Lo otro es mero transporte de ganado.

JUAN MANUEL DE PRADA, XL Semanal


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